A 12Km desde la vivienda.
La sima de San Pedro debió ser durante siglos un lugar inquietante, amenazador, un pozo sin fondo al que las piedras tardan varios segundos en llegar. Desde la pasarela hasta el fondo del lago hay unos 107 metros, lo que da idea de sus dimensiones, de su espectacularidad. Por su valor geológico, se la considera única en Europa. Y por sus condiciones, se la utiliza a menudo para realizar competiciones nacionales e internacionales de espeleología. Un descenso hasta su corazón es una de las aventuras más vertiginosas que aún podemos acometer.
La brecha está rodeada de materiales del jurásico, y da cobijo a unas veinticinco especies entre anfibios, reptiles, aves y mamíferos, entre ellas murciélagos, la chova piquirroja, la grajilla o el vencejo real. Al fondo del vértigo la vida se abre camino, bulle con una intensidad inimaginable desde lo alto del mirador.
El fondo de esta espectacular boca lo ocupa un lago de veintidós metros de altura y unos 560.000 m3 de agua. Los niños que se acercan hasta la pasarela/mirador prueban la caída con algún que otro guijarro y con el clásico grito del eco. Alrededor, silencio, el cielo azul.